sorpresas de mi mundo:

15/12/14

Capítulo 9.

Nos cambiamos de ropa y puse mi uniforme en la cesta de la ropa sucia mientras oía la voz procedente de mamá.
-¡Tú no sales así de ninguna manera!-exclamó- Aurelia ¿Puedes traer el abrigo de Martín?
-¿El rojo o el otro?-pregunté.
-El otro, que abriga más-respondió.
Me incorporé hacia adelante y fuí hacia el armario de invierno. Había numerosos abrigos, bufandas y gorros de aspecto mullido. Rebusqué hasta encontrarlo. Era un abrigo viejo, de color verde oscuro, a Martín le estaba un poco pequeño de manga pero era el más abrigado del armario.
Sonreí. De pequeños nos peleábamos por ese abrigo enorme y brillante. Al final cada uno tenía una mitad.
Bajé rápidamente y lo colgué cerca.
-Gracias cariño-dice ella mientras se acercaba a cogerlo.
Me siento en el sofá de mi izquierda, está cubierto por un fino plástico, como todos los demás muebles.
Recuerdo cuando todo era normal.
Cuando de repente se me va la memoria a Jasson. Cada día hablamos más y somos mejores amigos y a veces me pregunto si siento algo por él ¿Y él por mí?
Sacudí la cabeza. Ni si quiera nos conociamos de vista.
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Nos levantamos realmente temprano,casi demasiado.Pero no me podía quejar ya que mis padres ni si quiera durmieron llevando los muebles al camión para transportarlos al aeropuerto.
Me levanté lentamente y dejándome caer al suelo,me rasqué el ojo mientras me levantaba del piso.
Miro arriba, Martín estaba roncando. Solté una carcajada sin pensarmelo y me tapé la boca al segundo, con los ojos muy abiertos ví como mi hermano se despertaba sobresaltado y se daba contra la pared. Me reí otra vez, esta vez no tan fuerte y fuí al salón, donde estaban papá y mamá apoyados contra una de las paredes desnudas. Tenían aire ausente y cansado. Mi madre notó mi presencia porque volvió la cabeza hacia mí y me sonrió.
Ya no tenía nada en lo que sentarme. Me acomodé en la ventana de la cocina.
-¿Hay algo para desayunar?
-Hay unas manzanas por allí.-respondió papá.
Rodeé la ventana y entré a la cocina. Sobre la encimera había una cesta de mimbre. Cogí una amarilla y, de repente sentí movimiento entre mis costillas, me estaban haciendo cosquillas.
-¡¡¡Noooo!!!-grité
Lancé mi puño al aire, que llegó hasta el hombro de Martín. Él se empezó a reír mientras se alejaba frotandose el brazo. Le tiré una manzana al aire y subió su brazo lo más alto para cogerla. Se notaba que hacía muchos deportes.
Me terminé lo más rápido posible el desayuno y fui a cambiarme ¿Qué me pondría? Jasson hizo que le pidiera a mis padres que si nos podía recoger. A lo cual dijeron que sí (Para que ayudara con las maletas) Suspiré. ¿Qué más da? O sea, era un amigo y él era bastante comprensivo para saber que a un avión no se va de gala. Cogí unos pantalones negros y anchos, como las zapatillas y una camiseta roja con cuello blanco. Me peiné y al subir vi que los demás también estaban listos. Eran muchas maletas para nosotros así que parte de nuestra ropa y objetos pequeños irian con los muebles. Aún así eran muchos. Me imaginé a Jasson ayudandome con las maletas de mi madre.
Martín, mi padre y yo fuimos a desmontar la litera. Después de que papa y Martín hablaran sobre como deshacerla yo quitaba las mantas y colchones de arriba y abajo. Finalmente se les ocurrieron una idea. Yo me senté en el suelo entrecruzando las piernas. Medité durante un minuto como iba a ser el viajar en avión mientras notaba que mi padre me daba un beso en la frente. Al momento me dí cuenta de algo.
-¿Cómo sabremos quien es mi amigo en el aeropuerto si no se como es?-pregunté a papá.
Martín me miró sorprendido, él no sabía nada de nuestro encuentro con mi amigo, ni siquiera sabía de su existencia.
-Pídele que haga un papel con su nombre y se ponga en la primera fila de la cinta de espera- reponde mi padre sin mirarme.
-Buena idea.-agradecí
-Espera-dice Martín,indignado- ¿De qué estáis hablando?
-Aurelia tiene un amigo en Nueva york .-dijo papá mientras cogía una barra de soporte.
-¡A lo mejor es una mala persona!-reclama mi hermano.
-He hablado yo con él y es un buen chico y parece que se conocían desde hace bastante tiempo.
-Martín no tendrás envidia¿Verdad?- dije con un una sonrisa pícara.

22/9/14

Capítulo 8.

Tras varios minutos me quedé dormida. Pude percibir como alguien entraba a la habitación, Martín.
Se acercó hacia mí mientras yo, alerta, me hice la dormida. Al estar justo en frente mío se agachó hasta quedar a la altura de mi cama y me sacudió con tal de despertarme.
-Despierta- susurró.
Era el momento idóneo para despertar de mi falso sueño, algo me decía que se sentía mal.
-¿Ummm? ¿qué?- dije rascándome el ojo convincentemente.
-Perdón ¿vale? Me siento fatal por lo que te he hecho...- respondió.
Cuando abrió su boca  sentí que lo decía la verdad, que se arrepentía... Pero también me llego otra cosa.
-Está bien pero una preguntita ¿Has vomitado?- pregunté frunciendo el ceño.
-Puede...- dijo apartando la vista.
Sonreí, creí que se sintió tan mal que vomitó y por eso tardó tanto en volver. La verdad tampoco era de tanta importancia, al fin y al cabo...solo fue un despiste.Tras darle un abrazo sincero a mi hermano se bajó a ponerse el pijama y, sin comer, nos dormimos.
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Al día siguiente me planteé tener un buen día, iba a ser el penúltimo en España y tenía que ser perfecto. Me levanté enérgicamente e intente levantar a Martín, quería que fuera tan perfecto como el mío. Pero al parecer ya estaba levantado.
-Qué raro...-pensé mientras me estiraba.
Me puse el uniforme por última vez,era una sensación extraña, era bueno porque simbolizaba un cambio en la rutina diaria, allí sería diferente . Suspiré y fui abajo y entonces fue cuando encontré a Martín sentado en la mesa pequeña del salón con una manta en la espalda y con la nariz roja.
- Hola cariño- dijo mamá.
-Hola- dije mirándole todavía.
-¿Te encuentras bien?- preguntó ella poniéndome la mano en la frente.
-Perfectamente...- respondí.
-¡Ah! por cierto, como va a ser el último día en casa... Por la tarde después de comer ya no vuelves a clase y así nos despedimos de la familia y nos damos un paseíto, seguro que tu hermano se recupera en seguida. ¿vale?- me contó.
- Bueno- dije.
Me senté en las sillas altas de la cocina con su ''ventana'' hacia el salón. Cogí los cereales, la leche y el zumo. Al terminar me dirigí al baño para terminar de asearme y acto seguido me despedí asegurándome que tenía todo lo que necesitaba (incluidas las llaves) mientras oía la voz de mi madre regañando a Martín por no abrigarse.
-¡Adiós!- me despedí.
Al salir noté en el bolsillo algo pequeño, al meter la mano vi que era el colgante que me regaló la profesora.
-Nunca me la quitaré- prometí mientras me lo puse.
Al llegar al instituto vi como todos me observaban y algunos se reían y marchaban. Al principio lo ignoraba pero después de un tiempo ya me inquietó. 
Al llegar a clase todos los que me conocían estaban allí, eso ya no parecía real porque lo del otro día... vale, lo organizó un profesor y ¿a quién no le gustaría perder clase haciendo fotos?
Al principio hubo un momento de duda por la ausencia de Martín pero en seguida se abalanzaron contra mí poniéndome un cartel gigantesco delante de mi cara con todas las firmas de mis amigos y profesores y arriba un rótulo ''Os queremos mucho <3'' En casi todas las firmas había dedicatorias y en los laterales habían muchos corazones, balones y emoticonos. 
No podía hablar, era demasiado. Toda mi vida pensando que era una fracasada que casi no tenía amigos y resulta que me conocen más que yo misma. Conocen mis expresiones, mi voz, mis andares y sentimientos... yo, sin ayuda de un espejo, no me reconocería. Me conocen más de lo que yo me conozco. Si cada uno tuviera que hacer una redacción sentimental sobre uno mismo nadie sabría que decir,  somos personas que dependen de otras. Y aún hay algunos que se guardan su ira, sus sentimientos dentro aún sabiendo que algún día explotarán y darán un giro radical.
Rompí a llorar y Gloria, que era la más cercana me abrazó junto a todas esa personas que no cabían ni en el aula. Desde fuera se vería muy chorra llorar por una cartulina amarilla con garabatos pero me dolió en cierta manera  que fueran así de buenos conmigo cuando yo solía ser fría.
Lo malo es que al llorar se me quedó un dolor de cabeza enorme que no me dejó estudiar.
Transcurriendo el patio rodeada de gente y agobiándome a preguntas llegó el momento final. Nunca los volvería a ver. 
Gloria, que también comía en su casa, me acompañó hasta el portal ayudándome a llevar el regalo.
 Al llegar nos intercambiamos la mirada y nos dimos un abrazo de aproximadamente un minuto lleno de mensajes de ánimo y promesas mutuas.
Al subir al piso abrí la puerta y vi que Martín estaba mejor pero seguía moqueando.
-Mira Martín el regalo que nos han hecho- dije acariciándole el hombro.
-A ver- dijo con voz mucosa.
Al parecer Martín tubo la misma reacción que yo. Se le llenaron poco a poco los ojos de lágrimas y me quiso abrazar, yo accedí pero tapándome a sus espaldas la nariz y la boca, temiendo que me contagiara.
-Cuando estés lista salimos-interrumpió papá.
-Sí-dije separándome de mi hermano.

13/9/14

capítulo 7.

-¡¿Qué?!- exclamó Martín.
-¡Que no, que no las encuentro!-Dije mientras llamaba al  timbre.
Al esperar durante unos minutos la respuesta  del timbre comprendimos que no había nadie en casa.    Nos sentamos en el suelo y de espaldas a la puerta.
- Qué raro...- dijo tras unos segundos mi hermano.
-¿El qué?- pregunté mirando hacia el suelo.
-Tenemos muy mala suerte desde ayer por la mañana, seguro que está relacionado con el viaje. Mejor no vallamos o tendremos  peor fortuna...-respondió enigmáticamente.
- Menuda chorrada-dije malhumorada.
Era normal en él, a parte de ser físicamente alto y delgado, también era una persona muy supersticiosa. Yo en cambio era muy realista.
-Vamos piénsalo, el accidente, el examen sorpresa, el viaje, tu despiste con las llaves...-trató de convencer.
-¡No! el accidente no fue mala suerte, fue por tu pésima fijación en las cosas; el examen fue para evaluarnos y conseguir futuro; el viaje solo es para que papá tenga trabajo y dinero y mi despiste es porque soy una persona normal que comete fallos- enumeré indignada.
- Piensa lo que quieras- respondió con desgana.
Suspiré y miré hacia las escaleras con la esperanza de que volvieran papá y mamá. En su lugar vino el portero, Pedro.
-¿Qué hacéis ahí sentados?- preguntó con amabilidad.
-Se nos han olvidado las llaves y nuestros padres no están.- dijo Martín.
-Venid- respondió sacudiendo de brazo hacia atrás suya.
Nos miramos a la vez y fui la primera en levantarme, cogí mi mochila falta de llaves y seguimos al portero por las escaleras. Fueron bastantes al vivir en el décimo, al terminar acabé mínimamente mareada por las disposición cúbica de las escaleras.
-Quedaos allí hasta  que vuelvan vuestros padres-dijo señalando con aire cansado.
Obedecimos inmediatamente y salimos fuera, sentandonos en el banco que había en frente del portal.
-¿No te vas a poner el abrigo?- pregunté a Martín.
-No, no tengo frío- respondió.
-Como te pille mamá...- respondí levantado las cejas.
- Bah ¿Qué más da?- respondió con superioridad.
- Te pondrás malo- dije mientras quitaba las hojas secas del banco.
No respondió, se sentó mirando a la derecha en concreto al puente. Suspiré impaciente a la llegada de papá y mamá evitando decir a Martín que estaba tiritando. Al fin llegaron por la calle izquierda, al verlos le di un codazo y éste apresurado se puso su abrigo que albergaba en sus manos desde hacía media hora.
-¿Qué hacéis aquí?- saludó mamá preocupada.
- Se me han olvidado las llaves...- respondí impotente.
-¿Cuánto tiempo nos habéis esperado?- preguntó mientras nos hacia levantar cariñosamente.
-Media hora más o menos- dije.
- Vamos a entrar- dijeron los dos.
Accedimos al portal e inmediato nos encontramos de nuevo con Pedro. En vez de usar las escaleras como antes utilizamos el ascensor, me parecía los más normal al vivir en un piso tan elevado.
Al entrar por fin en casa me senté con aire cansado en las sillas altas de la ventana de la cocina.
- ¿Y a dónde habéis ido?- pregunté a papá.
- A comprar la maleta grande y encargar alguna agencia de mudanzas para los muebles, pero la tienda estaba cerrada. Eso sí, la agencia a aceptado nuestro encargo-respondió mientras se hacía un café.
-Yo ya tengo mi maleta- comenté con orgullo.
Subí a mi cuarto y busqué las llaves, no las encontraba por ningún lado, hasta que miré la mesilla de noche de Martín. Solo significaba una cosa. Bajé pisando fuerte y mirándole como si me salieran chispas.
- ¡¡¡Martín!!! ¿¡Por qué estaba mis llaves en tu mesilla!?- grité furiosa.
- ¿De qué hablas?- preguntó mientras bajaba la mirada hacia mi.
- He encontrado mis llaves en tu mesilla y has estado mirando todo el rato hacia el puente. Fijo que esperabas a alguien- averigüé señalandole la cara.
-¿Y?- preguntó sacudiendo la cabeza.
-¿¡Cómo que y?! He pasado frío y he estado asustada por tu culpa, haciendo algo tan sucio como echarme la culpa y fingir retorcidamente todo.- grité- ¿¡A quién esperabas!?
- A Daniel, para que me diera los deberes- dijo con tono tranquilizador.
Abrí la boca y entrecerré los ojos a tal idiotez.
- ¡Estamos en la misma clase! Me pides los deberes todos los días. Te ayudo siempre y tú... me tratas así- dije finalmente frustrada.
Se quedó con la cabeza de lado sabiendo que si miraba en frente vería a su hermana, parecía arrepentido.
 Mis padres,  que presentaron toda la escena, quedaron discretamente perplejos. Observé el ambiente que dejé y volví  mirar a Martín, que seguía mirando hacia el suelo que tenía al lado. Subí de nuevo y guardé las llaves. En realidad no estaba tan enfadada pero últimamente me estaba haciendo muchas cosas de ese tipo y no dejaría que se quedara así.

2/9/14

capítulo 6.

Antes de que yo la alcanzara se dio la vuelta, sonriente.
-¡Hola!- dijo mientras me abrazaba por el cuello.
-Hola Gloria- respondí con una sonrisa triste.
-¿ Y esa cara tan larga?- dijo mientras se separaba.
-Tengo que decirte algo importante- dije a la vez que le cogía la muñeca hacia un lugar con menos gente.
-¿El qué?- pregunto seriamente cuando ya estábamos a solas.
-Pues...- dije con los ojos aguosos- que me voy de España.
Ella abrió los ojos como platos también con aspecto de querer llorar, se llevó las manos a la boca.
-Pero ¿Cuando?- preguntó mientras empezaba a llorar.
-La semana que viene... ya me compré una maleta...-dije con la cabeza gacha-pero no te preocupes, contactaré todos los días contigo.
Empecé a sollozar y nos dimos un abrazo de esos que nunca se olvidan, mientras, todos los compañeros de clase iban hacia nosotras para saber que ocurría.
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Subimos las escaleras de las taquillas y inmediatamente de quitarnos los abrigos fuimos a clases, me tocaba clase con Don Sergio ,enseñando Naturales tres días a la semana. Pero no fue precisamente una clase normal...
-Don Sergio ¿Sabía que Aurelia y Martín se van del colegio?-reclamó una voz lejana y aguda de la clase.
-¿Es verdad?-dijo el profesor con aire sorprendido.
-Mmmm sí...- respondimos tímidamente.
En ese momento se escucharon mucho susuros y todos empezaron a hablar. El profesor mandó callar.
-Aure, Martín, podrían acompañarme al pasillo-dijo a la par que abría la puerta.
Me levanté silenciosamente mientras Don Sergio mandaba al profesor de la clase de al lado que vigilara el aula. Esperé dos segundo que viniera el profesor a donde estábamos nosotros.
-Eso explica esa mala cara- comenzó mirándome a los ojos- ¿Y por qué os vais?
-Mi padre ha encontrado trabajo, pero está muy lejos...-respondí.
-¿En dónde?- preguntó.
- En Nueva York- respondimos a la vez.
- Ah, bueno... No os preocupéis, tendrás suerte allí tanto como lo has tenido aquí, y Aurelia,por ser una brillante alumna seguro que no tienes ningún problema.- dijo amablemente.
-Gracias Don Sergio- dije, un poco sonriente.
Él abrió la puerta y Martín y yo empezamos a entrar, pero nos detuvimos ahí, sorprendidos y sonrientes.
Toda la clase y el profesor suplente, que es muy chistoso para algunas cosas, se habían puesto en frente de la pizarra pintada con un ''Hasta pronto Aurelia y Martín'' con tizas de colores y un montón de dibujos. Todos me miraban y eso llegó intimidarme mucho. Todos, chicos y chicas, mirándome felizmente hasta que fueron corriendo a darnos un abrazo de grupo enorme. Vinieron algunos profesores, entre ellos Carmen. Don Sergio les explicó que pasaba y se acercaron para hablarnos y  abrazarnos.  Al final eso pareció la fiesta del fin de curso en una sola clase. Gloria se separó del abrazo del grupo, dirigiéndose hacia su sitio situado al lado mío y sacó su móvil de la mochila.
-¿Puedo hacer algunas fotos Don Sergio?- preguntó con la típica voz que se pone para hacer la pelota.
-Sólo hoy-respondió.
Saltó de emoción y se fue hasta el final de la clase.
-Poneos donde a pizarra para que se vea el letrero-dijo Gloria sacudiendo un brazo a los lados.
Todos saltaron a la pizarra, hablando y gritando de la emoción, los profesores se pusieron a los lados y Martín y yo en la primera fila.
-Decid Cheese- dijo el profesor que planeó la sorpresa.
-¡¡¡Cheeeeeeeseee!!!- Gritamos todos.
Se oyó el flash de la cámara de su móvil. Todos empezaron a querer hacerse fotos, todos sacaban su móvil y repetíamos fotos hasta la hora del último recreo. En ese momento todo volvió a la normalidad, menos algunas personas de otras clases que preguntaban que qué pasó esta mañana y también cuando la señorita Carmen me regaló su colgante que siempre llevó consigo. Era un colgante de plata con una pequeña piedrecita verde.
 En el camino de vuelta a casa estuve cogida de la mano de Gloria hablando sobre las cosas que teníamos pendientes que hacer juntas. Al despedirme me encontré con Martín justo cuando ella iba a ha cerrar la puerta del portal, ella también se dio cuenta de quien venía hacia nosotras.
-Te echaré a ti también de menos, Martín- dijo con una sonrisa.
Y le dio un beso en la mejilla mientras yo me quedaba con la cara de pasmarote.
Yo más- respondió Martín.
Con una sonrisa Gloria cerró la puerta. Pocos minutos después llegamos a nuestro piso.
-Saca las llaves- pidió Martín.
Me quité la mochila y la dejé en el suelo para buscar mejor las llaves.
-¡No están!- exclamé después de varios minutos.

31/8/14

capitulo 5.

-No quiero irme, mis amigos, mis clases, mis fiestas...todo- dijo rascándose la cabeza.
Era la primera vez en que Martín me demostraba sus sentimientos, eso era muy extraño ya que hacíamos una especie de concurso, sin habérnoslo planteado, para demostrar quien era más duro. Ahora eso no importaba, estaba triste y yo en cambio feliz.
-Seguro que haces amigos allí, si hay profesores que hablan español seguro que también algunos alumnos. Y he oído que los americanos son fiesteros. Seguro que olvidaras rápido a Gloria- le consolé.
- Sí pero...pero...Ah lo de olvidar a Gloria no, yo la amo y por viajar no va a pasar nada- respondió entrecerrando los ojos.
-Dicen que las relaciones a distancia no suelen...-dije
-Pues nosotros seremos la excepción-interrumpió con tono cortante.
-Vale-dije mientras cogía el móvil.
Estaba escribiendo a un amigo de un juego llamado Jasson, le contaba que con el viaje no tendré internet para poder escribirle. Parecería extraño pero eramos mejores amigos aunque no nos viéramos.
- Qué pena- envió él.
-Ya, hasta más o menos dos días no tendré internet-escribí.
-¿Y a dónde iréis?- preguntó Jasson.
- A Nueva York-mandé.
En ese momento tardó mucho en reenviar otro mensaje, solo estaba la señal de que estaba escribiendo.
- ¡Ah no flipes, ahí vivo yo, en Nueva York. Aprendí desde pequeñito a hablar en español!- escribió por fin.
- Pues no se nota, escribes muy bien en español- respondí.
-Jejeje- escribió.
-Pero igualmente Nueva York es muy grande-susurré mientras lo enviaba.
-Bueno en mi estado puedes ver la avenida en donde vivo y si necesitas ayuda de turismo y caes cerca llámame-respondió con un emoticono sonriente.
-Gracias Jasson- respondí con otro emoticono.
Quité el chat y miré su estado. Lexington Avenue st 63. Claro que la conocía, para algo tenía que servir estudiar.
Apagué el móvil, y corrí hacia las escaleras.
-¿ A dónde vas?-dijo Martín desde arriba.
-Luego te cuento- respondí mirando de reojo a la litera.
Bajé las escaleras buscando a la vez con la mirada donde estaban mis padres.
-¿Sabéis a qué avenida vamos a ir?- jadeé aferrándome a la ventana que daba a la cocina.
-Emm sí, Aurelia ¿Por qué?- dijo papá.
-Pues porque si vamos a viajar tengo que informarme de todo, los parques,las tiendas,restaurantes,colegios...- enumeré después de un segundo de vacile.
- Bueno, pues vamos a la avenida Lexington, creo que el número 59. - respondió lentamente.
Eso me dio un vuelco al corazón, podría conocer a mi mejor amigo. Él me enseñaría todo de Nueva York y me ayudaría con inglés, lo pasaría bien,  y lo mejor de todo, lo conseguiría antes que Martín. Estaba a punto de desmayarme.
-Vale,gracias- respondí con una sonrisa mal dibujada.
Volví a subir y corrí hacia la cama a toda prisa, al llegar cogí el móvil.
-Oye Jasson ¿Lexington Avenue st. 63 esta cerca del st. 59?- pregunté con numerosas faltas de ortografía.
-Pues sí, esta muy cerca... ¡¿ No me digas qué vas a vivir ahí?!- respondió intrigado.
-¡Pues sí!-respondí emocionada.
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Me levanté de mala gana solo para apagar la alarma. Bajé al baño sacudiéndome el pelo con el uniforme en el otro brazo.
-¿Qué quieres de desayunar cariño?- preguntó mamá en voz baja mientras salía del baño.
-Hoy no quiero desayunar, no tengo ganas-respondí mientras subía los escalones.
Cogí la mochila negra y el móvil. En ese momento vi que Martín seguía durmiendo como de costumbre, sonreí interiormente...en el fondo me daba pena.
Bajé de nuevo y cerré la puerta mientras me despedía. Andaba rápido mientras pensaba en todo lo que nos sucedería, los cambios, era como ir y renovar un nuevo mundo. A medida que me acercaba al instituto me agobiaba más <<Qué bonito sería olvidar todo>>pensé. Me encontré en frente de la puerta del colegio, miré a los lados por si encontraba a Gloria, pero estaba ya dentro antes de que yo llegara, parece ser que hoy no quedó en la puerta con sus amigos.
Me acerqué a ella. Era hora de que se enterara.

27/8/14

Capítulo 4.

Cuando tuvo  la cara roja solté el cojín mientras bajaba por las escaleras.
-Igualmente no creo que sean tan duros como para llevarnos a un internado-dijo al fin.
-¿y tú que sabes? Yo creo que sí, no puede ser otra cosa después de lo que le hicimos al profesor...-respondí mientras recogía la mochila.
-No puede haber tanta casualidad,seguro que ni si quiera lo saben. Y aunque lo supieran tendrían que pensar lo de viajar de España a Nueva York ¿No crees?- dijo después de un rato de reflexión.
-Ya- respondí automáticamente.
Hice los pocos deberes de la mañana que teníamos mientras Martín miraba al techo sin decir nada y a veces sacando el móvil de su bolsillo.
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Miré el reloj, las 9:30 , ya era hora de cenar.
-¡A la cena!- anunció mamá desde la cocina casi de inmediato, eso hizo que diera un gran respingo.
Miré a Martín significativamente y el me devolvió otra con gesto de afirmación y nos levantamos a la vez. A los pocos segundos ya estábamos allí.
-Vaya qué pronto habéis llegado-dijo papá sin mucho entusiasmo.
-Queremos saber por qué vamos a Nueva York-dijimos casi al unísono.
-Bueno tampoco es tan importante...-respondió con soltura- ¡He conseguido trabajo!
-¿Ves? Te lo dije- me replicó Martín alzando los brazos.
-¡Ya bueno, vale! ¿Y qué?-exclamé alzando los hombros.
-Ey chicos ¿que pasa?-dijo tranquilamente mamá.- Os damos una buena sorpresa y os ponéis a discutir...
-Es que Aurelia creía que nos ibais a mandar a un internado. Diles por qué Aure- respondió mientras cogía una botella de agua de la nevera y empezaba a beber.
-Pues...¡¡Todo fue culpa de Martín!! Yo estaba hablando con Gloria,que por cierto ahora son novios en secreto, y el me quitó el gorro y empezó a correr yo le seguí y él al estar distraído mientras corría tiró sin querer a un profesor al suelo- dije orgullosa de la jugada que hice, y Martín quedó con la cara tan blanca como mis padres.
Es que ya estaba harta de que me hiciera esas cosas mi propio hermano y él nunca hizo algo por mí, esa fue mi venganza.
Nos sentamos a la mesa todavía en silencio, Martín mirándome en la silla que estaba en frente mía como si intentara matarme, mis padres pensando como seguirían su explicación del viaje y yo aguantando la risa que me producía recordar todo lo que dije.
-Pues vosotros de ninguna manera iréis a un internado, a pesar de lo que habéis hecho-dijo por fin mamá mirando a mi hermano.
-Os enviaremos a un colegio público en el que leímos que no tendréis problema puesto que hay profesores que hablan español. No tendréis que llevar uniforme pero sí mucho cuidado, el primer día os llevaremos nosotros al instituto con el coche hasta que os sepáis el camino. Ya hemos comprado una casa cerca del colegio. ¡Qué bien! ¿no?-terminó papá con una sonrisa.
-Sí, pero echaré de menos a Gloria- dije aún con una sonrisa mientras miraba a Martín de reojo.
-Os dejamos tener alguna red social, sabemos que es muy duro no poder hablar con algunos amigos de la infancia- dijo mamá llevando los platos al fregadero.
Eso me puso muy contenta y a Martín también porque ambos teníamos en el móvil Whatsapp, pero no podíamos utilizarlo.
-Gracias-dije con una sonrisa.
-Sí, muchas gracias- dijo ,aún mal por mi jugarreta.
Todos nos fuimos a nuestros respectivos cuartos. Yo antes que nadie, tenía mucha curiosidad por cómo sería tener una aplicación para charlar y que no fuera un juego.
Después de unos minutos llegó él y cerró la puerta con mala gana, en ese momento yo ya tenía ocho contactos, dos de ellos solo los conocía por un juego online.
-Mira, tengo ya a Gloria en el whatsapp- dije sonriendo de oreja a oreja.
-Sí y yo la tengo desde hace años- dijo sin apenas mirarme.
Vacilé un momento.
-Espera...¿Te creaste una cuenta sin el permiso de papá y mamá?-dije bajando el cuello y abriendo la boca.
-Sí, ¿Por qué crees que soy popular?-dijo con media sonrisa.
-Por tener los calcetines más sucios del colegio- dije señalando a los calcetines malolientes tirados en una esquina mientras me reía.
-Ja ja muy graciosa eres-dijo con una gran mueca.
-¿Verdad que sí?-dije acomodándome en mi cama- Igualmente ¿Por qué estás tan serio? Vale lo siento por lo que dije. Pero creo que es por otra cosa- seguí, entrecerrando los ojos.

25/8/14

capítulo 3

Después de vacilar un segundo abrí la puerta, que daba a la cocina y al salón.
-¡Hola chicos!-dijo mamá con seriedad.
Yo no dije nada,como es lo normal. En cambio, mi  hermano tenía que abrir su bocota.
-¡¿ Por qué nos has llamado?! Estábamos en medio de un examen-replicó
- Ah bueno teníamos algo que deciros pero si estábais en medio de un examen...-respondió papá con aire burlón.
-¡Ah eh no no!, ¿Qué cosa teníais que decir?- interrumpí alzando la mano hasta la altura de mi cara.
Prefería tener que aguantar una regañina de tres horas a hacer un examen con Claudia, aunque había estudiado no quería tener riesgos.
- Pues...-continuo mamá con igual seriedad que antes, mientras que mi padre se reía, pensé que fue por mi reacción por lo que dijo antes, pero... él nunca se ríe tan fácilmente- ¡Nos vamos a Nueva York!- finalizó mamá.
-¡¡¡¿ QUÉ?!!!- gritamos sobresaltados.
Estábamos tan sorprendidos que Martín, que estaba bebiendo agua mientras mamá y papá nos hablaban (siempre finge beber en medio de una bronca, para que yo tenga que explicarlo todo) que se le salió todo el agua de su boca inflada, salpicándome a mí y también a la moqueta. Eso me dejó más boquiabierta aún.
-Jolín, qué asco-pensé mientras sacudía mis manos, ligeramente mojadas, para limpiarme la cara llena de saliva mezclada con agua.
-¿¡Por qué!?- dijo Martín medio gritando.
Mis padres, al ver nuestras caras de desaprobación se miraron un segundo.
- En la cena os lo decimos, cariño- dijo mamá con una sonrisa que a mí me pareció triste.
- Y ahora a vuestro cuarto- continuó papá señalando la habitación de arriba.
Martín y yo nos fuimos en silencio y con la cabeza gacha al cuarto; él delante. Cerré la puerta .
-Genial- espeté soltando la mochila junto la suya y dejándome caer en mi cama baja de la litera- ¿Sabes qué significa eso?
-No, pero seguro que tú tienes una de esas corazonadas chorras- dijo amargado bajando la cabeza desde arriba para mirarme a la cara.
- En Nueva York hay muy buenos internados- dije volteando la cara solo para mirarle a los ojos. No dije nada más, que pensara él solito lo que pasaba.
Después de unos segundos subió la cabeza y manos, acomodándose en la litera.
-¿Y?- dijo el tras un suspiro, sabía que pensaba lo mismo que yo, pero él siempre necesitó ayuda para comprender las cosas.
- Pues que nos encerrarán en un internado para evitarse problemas telefónicos del colegio avisando de las idioteces que haces- respondí volviendo otra vez la cabeza hacia el frente.
- Papá y mamá no tienen dinero para esas cosas- dijo con una risa sin ganas- Lo que me preocupa es Gloria...
-En eso no caí- pensé frustrada- Lo que no me sorprende es que le preocupe más su novia que el sueldo de mis padres.
-Aunque... si es verdad que tienen ahorrado lo suficiente como para viajar tan lejos, seguro que tienen para lo que tu estás diciendo, Aurelia- continuó Martín cada vez con más preocupación.
-¿No me digas? ¿Crees que no pienso cuando hablo?- dije con aire burlón.
-Pues la verdad es que sí...- se rió.
Le dí una patada a su colchón, aún sabiendo que no le dolería.
- Siempre podrás hablar por cualquier red social con mi mejor amiga- dije recalcando las palabras ''mejor amiga'' malhumorada.

 Sabe de sobra que me molesta que se crea que él la quiere más.
-Ya, pero no podré ver su linda cara,-dijo antes de bajar su cabeza otra vez-pero claro, tú no sabes lo que se siente ya que nunca ¡has tenido un novio!- continuó con una sonrisa maliciosa.
En ese momento estaba a sus espaldas ya que estaba de lado, pero al darme cuenta de que su cara estaba a mi disposición me di la vuelta rápidamente con un cojín grande en mi mano. Con cara de susto, mi hermano subió la cabeza, pero  no sirvió de nada por que me levante con la espalda torcida evitando darme en la cara con su colchón y al tener la cabeza fuera, miré para atrás en una posición muy retorcida y saqué la pierna. Al verme subida del todo encima de su cama agarré nuevamente el gran cojín y le asfixié poniéndole el cojín en la cara.
-¡Si no he tenido  novio nunca es porque nunca me he enamorado!- mentí con la voz alzada.
-valef vaukle- dijo Martín con dificultad, por el cojín y por su risa interminable por mi rabia.